El neopreno fue inventado y patentado para el desarrollo comercial por los científicos estadounidenses en 1930. En sus orígenes emanaba un olor muy desagradable, lo que lo convertía en una opción poco atractiva para los consumidores. Con los años se refinó su procesamiento y hoy en día es uno de los productos de goma más versátiles y fáciles de manejar. Es duradero, asequible y se puede convertir fácilmente en material decapante para interiores o exteriores.
Las aplicaciones de neopreno funcionan de maravilla y se usan con frecuencia para resistencia a la intemperie, relleno, sellos de juntas y aislamiento.
Debido a que el neopreno era más resistente al agua, a los aceites, al calor y a los solventes que el caucho natural, era ideal para usos industriales como el aislamiento de cables telefónicos y el material para juntas y mangueras en los motores de automóviles. La industria estadounidense mejoró mucho el producto final a lo largo de la década de 1930. Al cambiar los procesos de desarrollo y fabricación, el olor «gomoso» finalmente se extinguió, haciendo que éste sea más adecuado para usos comerciales tales como guantes y trajes húmedos. La eliminación del desagradable olor que había atormentado las versiones anteriores del elastómero, aliviaba la aversión del producto en los consumidores. Esto relanzó la demanda y la producción en masa de este caucho sintético durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Básicamente sin cambios desde 1950, este elastómero sigue siendo esencial en la fabricación de adhesivos, selladores, correas de transmisión de potencia, mangueras y tubos. Todavía es uno de los elastómeros más populares debido a que ofrece buena elasticidad y flexibilidad para cualquier esquina o doblez que pueda necesitar para encajarse o aislarse. Los perfiles de neopreno son ideales para la protección contra la intemperie y se usan a menudo en puertas de garaje o para aplicaciones mecánicas en exteriores o interiores de uso general.